Sobre la corrección y la maledicencia

Algunas citas y comentarios sobre la correción y sobre el que siendo cobarde para corregir, prefiere contar los defectos del hermano a terceros, volviendose así en hipócrita. Y sobre el juicio temerario, la maledicencia y la calumnia...

1) "Los hombres (...) no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad" (Sto. Tomás de Aquino, Suma teológica 2-2, q109, a3 ad1)
¿Por qué, en vez de manifestar mi opinión al prójimo, la manifiesto a un tercero? ¿No es esa actitud una cobardía? ¿Aprovechamos que el hermano es confiado para hablar de él a un tercero?

2) "A nadie le es lícito lesionar ilegítimamente la buena fama de que alguien goza, ni violar el derecho de cada persona a proteger su propia intimidad." (Código de Derecho canónico 220
¡Cuántas veces lesionamos cobardemente la buena fama de otro! ¿Con qué autoridad invadimos la intimidad de otro?

3) "Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve" (San Ignacio de Loyola, Exercitia spiritualia, 22).
¿Corregimos con amor? ¿Buscamos todos los medios para que el hermano se salve? ¡No! ¡qué va! ¡Si es más fácil hacerlo quedar mal ante la autoridad, ante el superior!

4) "La maledicencia y la calumnia lesionan las virtudes de la justicia y de la caridad" (Catecismo 2479)
¡Te equivocas si crees que eres justo por hablar de otro a un tercero!

5) "Existe el egoísmo porque yo quiero ser más que el otro y muchas veces –diría que es casi habitual en nuestras comunidades, parroquias, instituciones, obispados– nos encontramos con divisiones fuertes que comienzan precisamente de los celos, la envidia, y esto lleva a murmurar uno del otro, se murmura tanto (...) El que murmura, ensucia, destruye la fama, destruye la vida, y muchas veces sin motivo, contra la verdad" (Homilía del papa Francisco del 12 de mayo de 2016)
Tu buen motivo era corregir al otro, pero ¿contando a otros y no al corregido? ¡El fin no justicia los medios! No eres más que un murmurador, sucio y destructor, como dice el papa.

6) "Bajo el apelativo de hipócritas se entienden los simuladores. Es verdaderamente terrible y molesto este género de farsantes que, al tomar con odio y malignidad la acusación de todos los vicios, quieren aparecer como consejeros. Se debe estar atento con piedad y prudencia, de tal forma que, cuando la necesidad obligue a reprender o a castigar a alguno, pensemos en primer lugar si acaso es tal el vicio que nunca lo hemos tenido nosotros, o si ya nos hemos librado de él. Si nunca lo tuvimos, pensemos que también nosotros somos hombres y lo pudimos tener; si lo tuvimos, pero ya no lo tenemos, acordémonos con indulgencia de la común debilidad, a fin de que a la reprensión o al castigo le preceda no el odio, sino la misericordia" (San Agustín, El sermón de la montaña, libro 2, capítulo 19 n. 64)
¿Quién corrige a los correctores? ¿Lo hacemos con un aire de superioridad? ¿Corriges a los que crees que pueden sentir tu poder? ¿Y a los intocables no los corriges?

7) "Si tu hermano peca contra ti, corrígele a solas (Mt 18,15). Si descuidas hacerlo, peor eres tú" (San Agustín, Sermón 82,7). Si no corregimos al hermano, ¡nos volvemos peor que él! Y si además de no corregirlo, hablamos de sus defectos a otros, cometemos doble pecado!

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