El Papa designa al experto de agua de Princeton, partidario del calentamiento global para la academia de ciencias

Traducido de Pope taps Princeton water expert, believer in global warming for science academy
Fijado el 10 de enero de 2008 10:06am CST.
JOHN L. ALLEN JR .
Nueva York

Un científico de Princeton nacido en Venezuela que es un firme ecologista y partidario en el calentamiento global fue designado hoy a la Pontificia Academia de Ciencias, el principal "think tank" del Vaticano en cuestiones científicas, por el Papa Benedicto XVI.
Ignacio Rodríguez-Iturbe, de 65 años, es también un partidario de la teoría evolutiva, la cual dice que la evolución darwiniana no plantea ningún conflicto con la fe religiosa y que la escuela rival del diseño inteligente ha sido “completamente rechazada” sobre una base puramente científica.
Rodríguez-Iturbe es James S. McDonnell Distinguided University Professor en la Universidad de Princeton. Él recibió el Premio de Agua de Estocolmo 2002 para su papel en el desarrollo de la ciencia de hidrología, es decir, el estudio de precipitación y flujos de agua, incluso su relación al cambio climático.
La preocupación por el ambiente ha llegado a ser un leitmotiv de la enseñanza social del Papa Benedicto XVI; en su discurso del 7 de enero a diplomáticos, por ejemplo, el Papa incluyó “el monitoreo del cambio climático” como un elemento esencial de la paz mundial.
En una entrevista telefónica con NCR, Rodríguez-Iturbe dijo que él considera su designación a la prestigiosa Academia de Ciencias, con aproximadamente un tercio de sus miembros laureados con el premio Nobel, como “un signo del interés del Santo Padre y la academia en estar cada vez más implicados en cuestiones ambientales”.
Católico practicante y miembro laico de Opus Dei, Rodríguez-Iturbe sostiene que la iglesia afronta una responsabilidad moral de hablar claro en el cambio climático.
“Desde un punto de vista científico, hay pruebas aplastantes del serio impacto antropogénico relacionado con el calentamiento global,” dijo Rodríguez-Iturbe. “Esto implica una enorme responsabilidad en cuanto a las consecuencias para la paz y prosperidad para el mundo, y para futuras generaciones.”
“No comparto la vista de aquellos que dicen que deberíamos mantenernos al margen de esto”, dijo. “Si aceptamos la ciencia, si creemos que [el calentamiento global] está aquí y que la actividad humana es una causa principal, entonces la iglesia, el Vaticano, debería estar implicada”.
Más ampliamente, Rodríguez-Iturbe dijo que él es animado por la defensa creciente de Benedicto XVI del desarrollo sostenible, especialmente como está relacionado con su propio interés por el agua, que él describió como “una clave para la supervivencia y desarrollo humano”.
Aunque él no es biólogo, Rodríguez-Iturbe también dijo que él acepta la teoría evolutiva y no ve ningún conflicto con la fe religiosa.
“Incluso aunque yo no sea un experto en ecología evolutiva, cuando veo que cada científico de reputación en ecología y biología sostiene y cree en el proceso evolutivo, este me dice que yo debería confiar en ello”. dijo.
“Francamente, no veo por qué la gente trata de levantar la bandera del creacionismo contra la evolución”, dijo. “Es absurdo. La evolución no dice nada sobre la existencia o la inexistencia de Dios”.
Rodríguez-Iturbe añadió que él tiene muchos amigos en la comunidad científica que creen en la evolución y aún son “lgente de gran fe”.
Sobre el diseño inteligente, Rodríguez-Iturbe dijo que es un tema que no debería ser debatido “en las salas editoriales del New York Times o en algún instituto en Kansas o Minnesota”, sino más bien en diarios y reuniones científicas – donde, dijo, “ha sido completamente rechazado”.
En general, Rodríguez-Iturbe dijo que la Pontificia Academia de Ciencias puede ofrecer no sólo el mejor análisis disponible de actuales problemas científicos, sino que también puede considerar la dimensión de "transcendencia" que distingue un acercamiento religioso y espiritual de las preguntas científicas.
Rodríguez-Iturbe, quien nació en Caracas, Venezuela, en 1942, está casado y tiene cinco hijos. Su segundo hijo es un sacerdote del Opus Dei en Venezuela.
La Pontificia Academia de Ciencias tiene sus orígenes en el Accademia dei Lincei (“la Academia de Linces”) establecida en Roma en 1603 por el Papa Clemente VIII. Tiene su sede en la Casina Pio IV en el corazón de los Jardines del Vaticano. La academia está formada de 80 miembros, designados de por vida, quienes son elegidos sobre la base de sus calificaciones científicas más que por su afiliación religiosa. Muchos de los miembros son no católicos.

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