¿Qué pasaría si todos los bloggers escriben el mismo tema en el mismo día? Pues bien, esto es lo que propone blog action para el presente año e invita a los bloggers a que publiquen hoy, 15 de octubre, un tema relacionado con el medio ambiente.
Nuestro blog trata sobre filosofía y teología, por lo tanto presentaré algunas reflexiones tomadas de Visión franciscana de la vida cotidiana, de José Antonio Merino (Madrid: Paulinas, 1991).
"Para una comprensión integrada e integradora del mundo real, que es natural y técnico al mismo tiempo, hay que superar los sistemas excluyentes: positivismo-idealismo, cientismo-misticismo, materialismo-espiritualismo, mecanicismo-voluntarismo, objetivismo-subjetivismo, etc. Es necesario llegar a la más amplia y profunda relación con toda la realidad envolvente a través de todos los saberes. Para ello no basta la simple razón comunicativa, sino que hay que llegar a la existencia comunicativa, basada en una ontología de la presencialidad constitutiva.
Ortega y Gasset escribía, a propósito de la ciencia, "que la física es medir. Acepta el físico este destino de mundimensor. Acomodando esta imagen orteguiana, no sería exagerado decir que el verdadero franciscano acepta su misión de mundisensor o sentidor del mundo y de los seres que hay en él. (...)" (p. 157).
"Balzac escribió: "El mundo me pertenece porque lo comprendo". Kant diría: el mundo me pertenece porque lo constituyo desde el entendimiento. El tecnócrata añadiría: el mundo me pertenece porque lo domino. El propietario explicaría: el mundo me pertenece porque lo he comprado. El campesino ironizaría diciendo: el mundo me pertenece porque lo trabajo. Francisco de Asís comentaría: el mundo me pertenece porque renunciando a poseerlo con el entendimiento, con la voluntad, con la técnica y con las manos, se me ofrece gratuitamente. No exigiendo nada pudo gozar de todo. El mundo nos pertenece no porque lo conozcamos ni porque lo dominemos ni porque lo manipulemos, sino porque lo amamos, nos comunicamos con él y desde él como nuestro natural horizonte existencial y vital." (p. 163-164).
"Una ecología complexiva y global exige ciertamente la colaboración de la política, de la economía y de las ciencias humanas, pero exige también una antropología relacional, una ética comprometida y una teología fundante y orientadora. Se trata de la fundación o creación de una nueva cultura que revise las relaciones actuales del hombre con el cosmos, es decir, de una nueva pedagogía ecológica, si se puede hablar así. "La educación del hombre (incluida la de su corazón) -escribe M. Scheler- ha de preceder a toda actitud científico-profesional frente a la naturaleza como un adversario que dominar" (M. Scheler, Esencia y formas de la simpatía, Buenos Aires 1950, 141). Y en la educación del hombre para la naturaleza, Francisco de Asís y la escuela franciscana pueden ofrecer una palabra clarificante y una actitud alternativa ante las exigencias de una nueva mentalidad y sensibilidad ecológicas. En clave franciscana, me atrevo a proponer algunas conclusiones para una ecología operativa en la que todo estamos comprometidos:
1. Descubrir y respetar todo el universo como nuestro horizonte vital necesario, haciendo justicia a la naturaleza y a todos los seres que hay en ella.
2. Compartir fraternalmente las cosas y los seres de la creación con todos los hombres, ya que todos constituimos fraternidad. Así haremos justicia a los hermanos hombres más débiles o más desamparados o desafortunados.
3. Unir todos nuestros esfuerzos para crear una paz universal con todos los hombres y con todos los seres y cosas naturales. Sólo una simpatía desinteresada transformará nuestras relaciones egoístas.
4. Humanizar la naturaleza a través de la técnica. Pero hay que sustituir las técnicas destructoras y transformar las peligrosas por otras más sanas y humanizantes.
5. Proclamar y defender una carta magna sobre los derechos de la naturaleza como realidad viviente.
6. Oponerse con todos los medios posibles: técnicos, económicos, políticos, culturales, éticos y religiosos, a todo tipo de forma de destrucción de partes o de zonas de nuestro planeta, como asimismo a la extinción de la flora y de la fauna.
7. Sanear los ambientes peligrosamente contaminados, como los océanos, los mares, los ríos, las montañas, las selvas, etc. y revitalizar todas las zonas esquilmadas e infecundas.
8. Promover una pedagogía ecológica que enseñe a los hombres el arte de estar en el mundo y el arte de tratar los seres y las cosas. Una pedagogía que hominice los seres irracionales y humanice nuestras relaciones con las cosas.
9. Trabajar en la creación de un sistema alternativo, en el que sea sustituido el concepto de progreso mensurable en términos cuantitativos de posesión y de explotación egoísta por el concepto de progreso basado en la promoción de la calidad de vida.
10. Pasar del utilitarismo cósmico a la celebración cósmica. Para ello hay que promover una cultura ecológica basada en el amor, en el respeto y en la justicia. Así haremos del mundo nuestra propia morada acogedora en donde podamos aprender a estar, vivir, a compartir y a celebrar." (p. 165-166)
El mundo es "la casa fabricada para el hombre", como dice san Buenaventura en su breviloquio (p.2, c.4, n.5). Que también sea casa para la población que vive en Majaz y para los niños de Puerto Nuevo, lugares en las que la minería es empleada como fin y no como medio. Y cuando se usa como fin, todos los medios están justificados, sin importar si atentan contra el hombre.
Ofrezcamos una buena casa para las futuras generaciones.
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